María Díaz, Directora de Comunicación, Marca y Relaciones Instituciones de Esade, comparte con nosotros «Conclusiones para después del vértigo», un artículo como autora invitada en nuestro blog:
Ya ha transcurrido año y medio del inicio de la pandemia, por lo que posicionarse sobre el impacto de esta en el entorno de educación superior en el que habito, es un ejercicio de riesgo moderado. Ya hemos tenido tiempo suficiente para intuir las principales magnitudes que pronto veremos. Si bien, aún quedan algunos efectos tardíos por aflorar y, la gravedad o liviandad de los mismos, dependerá de la experiencia educativa que hayamos sabido o que hayamos podido ofrecer las instituciones educativas a los universitarios. Primera conclusión, y esta me preocupa: la inequidad educativa se ha agravado.
Volvamos por un instante al 12 de marzo de 2020 y recordemos como, una vez más, la comunicación fue el detonante de la gestión de una crisis. No me refiero a la gestión de la crisis sanitaria, sino del manto de incertidumbre, inseguridad y miedo que, de la noche a la mañana, cubrió a todas las compañías, las universidades, los colegios, los comercios, digamos que cubrió todo y a todos. Segunda conclusión: En aquel marzo de 2020 todos, incluso los más valientes, sentimos miedo.
Recuerdo perfectamente mi recomendación aquella mañana al Comité de Crisis que ágilmente implantamos, un comité que durante todo el confinamiento nos reuníamos diariamente con muchos temas a discutir, analizar y seguir. Aquella mañana de marzo, mi propuesta como responsable de comunicación de la escuela fue emitir un comunicado a nivel internacional que titulaba “Esade confirma el primer caso de Covid-19 en su campus de Madrid”. Un día antes, el miércoles 11 de marzo, habíamos ya anunciado el cierre de nuestros tres campus.
¿Era necesario aquel segundo comunicado? Nuestros campus ya estaban cerrados ¿No era mejor permanecer en silencio y esperar? … Todas estas cuestiones nos las planteamos aquella mañana de incertidumbres. Por suerte, algo tuvimos claro todos, al miedo solo le vence la confianza y, una comunicación real y veraz era nuestra mejor arma.
En apenas 72 horas recobramos la calma educativa, nuestros estudiantes se sentían ya receptivos para comenzar a disfrutar una nueva experiencia educativa que les estamos creando. Y resaltó disfrutar, porque además de aprender, era muy importante que ninguno de ellos perdiera su motivación y entusiasmo. La confianza que nos ganamos aquel 12 de marzo con nuestra comunidad, nos ayudó a alcanzar este reto mucho más de lo nunca hubiéramos imaginado. Tercera conclusión: La confianza venció al miedo gracias a una estrategia de comunicación integra y confiable.
La educación del futuro, de la que ahora tanto hablamos, se ha creado y testado simultáneamente y en un tiempo récord. Algunos ya llevábamos un tiempo innovando e investigación sobre nuevos modelos educativos, llevábamos tiempo buscando oportunidades para ir cambiando el modelo tradicional educativo, por lo que en esta crisis también se han encontrado oportunidades.
Pero estamos ante un problema de agenda global, el matiz de ese “algunos”, me lleva a la primera conclusión, solo algunos tendremos el pulmón y la celeridad para implantar adecuadamente y en tiempo ágil la irrupción en el modo de enseñar y la manera de aprender que el mercado laboral necesita. De ahí mi primera preocupación, con esta crisis educativa consecuencia de la pandemia perderemos talento, y créanme que no estamos para permitírnoslo. Cuarta conclusión: Perdemos talento y si no actuamos con responsabilidad seguiremos perdiéndolo a medio plazo, y tanto tiempo como se mantenga la inequidad educativa propia del avance tecnológico y la digitalización.
Y aunque todos queremos regresar a nuestro día a día, aquella normalidad educativa no puede cerrar los ojos a la innovación y retroceder el terreno avanzado aunque se haya hecho a trompicones.
