Los graves incidentes que estamos viviendo en Cataluña conllevan una incremental violencia generalizada que está acabando por tomar el control de las calles. La crisis en Cataluña traslada a nuestras retinas imágenes propias de un escenario de guerra. Son la consecuencia de un proceso de manipulación informativa altamente sofisticado. Tras el lema-hashtag #TsunamiDemocratic, ahora perseguido de forma infructuosa por la Audiencia Nacional y la policía, se esconden metodologías subversivas en red que han entendido cómo la guerra híbrida y asimétrica puede ser la llave que facilite la toma de las calles de Cataluña y/o al menos socave la confianza en las instituciones en un momento especialmente delicado a pocas semanas de unas elecciones generales.
Y es que, la Manipulación Social Hostil se ha convertido en la forma más elaborada o extrema de manipulación social. Implica, como señala el RAND Corporation, “un esfuerzo más amplio para interrumpir y manipular las redes de información de una sociedad. Puede incluir mecanismos para degradar o manipular resultados de redes electrónicas, toma de decisiones algorítmicas y realidad virtual y aumentada”. El concepto se refiere a un enfoque gradual y persistente para tales objetivos.
De hecho, los ataques a la seguridad de la información se pueden usar para una amplia gama de propósitos, pero lo que vemos en Cataluña a través de internet y, especialmente, el uso coordinado de Redes Sociales, Dark Social y Deep Web, es la capacidad para infiltrarse, interrumpir y, potencialmente, causar daños graves a la infraestructuras críticas en una sociedad ¿Y qué es el centro de Barcelona sino una infraestructura social crítica?
La manipulación social y su cambio de paradigma
Las formas tradicionales de manipulación social basadas en la información se han centrado en difundir narrativas a través de propaganda, diplomacia pública, publicaciones en redes sociales, etc., para afectar a las creencias.
Son esfuerzos para manipular o alterar los fundamentos de la información del funcionamiento social. Los agresores, en este caso el independentismo violento, tendrán cada vez más la oportunidad, no solo de difundir desinformación o narrativas favorables o dañar la infraestructura física, sino también de sesgar y dañar el funcionamiento de las bases de datos, algoritmos y redes masivas de las cuales las sociedades modernas dependen por completo.
¿De qué estamos hablando? Pues de la guerra social virtual definida anteriormente. Es decir, cómo dicen en RAND Corporation “una forma de agresión basada en la información que incluye pero va mucho más allá de lo que se ha entendido como manipulación social.”
La intención de la manipulación social hostil: la confianza.
Porque no hay mejor sistema para diseminar proselitismo y derivar en daño físico extremo que minar la reputación y la confianza en las instituciones del Estado. Los ciberactivistas han tomado el camino de subvertir la integridad del sistema político, social y económico.
Finalmente, como en toda guerra, el objetivo es la voluntad del adversario; Los ataques a objetivos físicos son simplemente un medio para ese fin. Y el surgimiento de sociedades dependientes de la información incrementa el uso de técnicas de manipulación social disponibles, permitiéndo buscar combinaciones de daño físico y cambios de actitudes.
Lo curioso, en este caso, es que la prioridad suele ser buscar efectos en las actitudes creando la sensación de que no se puede confiar en su funcionamiento social y generando una sensación de inseguridad y ansiedad. Y lo subrayo porque los ataques físicos directos y devastadores son más propensos a provocar represalias y porque las creencias del enemigo son la colina a conquistar. Sin embargo, en este caso se ha producido una concatenación directa con la violencia física en las calles.
Como digo siempre…hiperconectados e hipervulnerables.
Director general
Señor Lobo & Friends