Estos días se celebra la Cumbre Climática de Naciones Unidas en Madrid. Delegaciones de distintos países, Instituciones y sociedad civil debaten sobre cómo limitar el calentamiento global, el deshielo del Ártico y el aumento récord del nivel del mar, como consecuencia del impacto de los gases provocados por la actividad humana. La gestión de los riesgos medioambientales es más importante cada día.
A punto de cerrar el año, y según la Organización Meteorológica Mundial, 2019 podría ser el segundo o tercer año más cálido de todos los registrados hasta el momento. Pero según los expertos, las consecuencias serán mucho peores cuando el calentamiento aumente 1,5 grados. Algo que parece que ocurrirá pronto, y resultará devastador si se alcanzan los 2 grados. Sería un punto de no retorno en el que se inundarían permanentemente las franjas costeras de las zonas más pobladas del planeta.
Según la ONU, para evitar esta catástrofe propia de una película de ciencia ficción, las emisiones de CO2 vinculadas a la actividad humana deberían reducirse un 45% para el año 2030. Y seguir disminuyendo hasta alcanzar emisiones cero en 2050.
Gestión de los riesgos medioambientales
Mientras muchos nos preguntamos si seremos capaces de llegar a un consenso que evite los malos presagios que acechan a este planeta, otros ya sufren de primera mano el cambio climático: olas de calor devastadoras, el aumento de las lluvias y huracanes, sequías o inundaciones. Según las organizaciones humanitarias, más de 200 millones de personas podrían necesitar ayuda de forma permanente, debido a la combinación de desastres relacionados con el cambio climático y sus efectos socioeconómicos sobre los más vulnerables. África es un ejemplo de ello: es el continente que menos emisiones produce, y el que más sufre sus consecuencias.
Teniendo en cuenta que los recursos disponibles son ya claramente insuficientes para prestar apoyo básico a los que ya sufren los efectos del cambio climático, las Instituciones, ONG y organizaciones Sociales del Tercer Sector tienen ya un gran reto por delante para ser capaces de prever y gestionar los riesgos medioambientales que ya están aquí, o los que todavía están por llegar. Sin duda es necesario contar con un plan a largo plazo. Y enfocar el propósito para estar a la altura de los retos que tendrán que afrontar. Los riesgos del cambio climático deben estar presentes como factores determinantes en todas las estrategias de prevención. Además, las organizaciones deben jugar un papel clave en la sensibilización de la sociedad sobre sus efectos.
El objetivo es prepararse para ayudar a un número creciente de comunidades vulnerables afectadas por el cambio climático. Ya que está provocando el éxodo de millones de personas que se ven obligadas a dejar sus hogares para sobrevivir a los desastres medioambientales. Esto contribuye a perpetuar, e incluso a agravar, la pobreza y la desigualdad.
Olivia Acosta
Senior Advisor de Señor Lobo & Friends