Greenwashing y reputación empresarial: el riesgo de engañar a los consumidores

La reputación corporativa está cada vez más vinculada a la autenticidad de los compromisos medioambientales. La sostenibilidad se ha convertido en un pilar fundamental para empresas de todos los sectores. Las empresas que caen en el greenwashing se juegan su reputación: corren el riesgo de perder la confianza de los consumidores y enfrentar sanciones legales.

El uso indebido de términos como «ecológico», «sostenible» o «neutro en carbono» sin un respaldo real ha generado un incremento significativo en las denuncias por greenwashing. Según un informe reciente de KPMG, las demandas relacionadas con este fenómeno han aumentado un 21% en los últimos tres años. Ello refleja una mayor conciencia y exigencia por parte de los consumidores y organismos reguladores.

El peso de la regulación y la presión del consumidor

La creciente presión de la Unión Europea y otros organismos internacionales ha llevado a la implementación de normativas más estrictas para frenar el greenwashing. La Directiva europea contra el Greenwashing, que tiene que estar transpuesta antes de marzo de 2026, obligará a las empresas a proporcionar pruebas científicas verificables para respaldar cualquier afirmación medioambiental. Etiquetas como «más ecológico» o «100% sostenible» ya no podrán utilizarse sin certificación oficial. Esto supone un cambio radical en las estrategias de marketing corporativo.

Los consumidores han adquirido un papel fundamental en la lucha contra la publicidad engañosa y este ‘lavado verde’. Plataformas digitales y redes sociales han servido para denunciar prácticas engañosas y viralizar casos de empresas que exageran su impacto positivo en el medioambiente. Una encuesta de Nielsen de 2021 ya revelaba que el 72% de los consumidores estarían dispuestos a boicotear marcas que incurran en greenwashing.

Impacto de la política ambiental de EE.UU. en la regulación europea

Con la posible reducción de regulaciones ambientales en EE.UU. bajo la administración de Donald Trump, surge la duda de si Europa flexibilizará sus propios estándares de sostenibilidad. La UE ha demostrado su compromiso con la transición ecológica. Un ejemplo es que ha reforzado regulaciones como la Directiva sobre el Empoderamiento de los Consumidores (Directiva contra el greenwashing) y la Directiva de Diligencia Debida en Sostenibilidad Corporativa. Sin embargo, Bruselas ha presentado un plan para simplificar la regulación ESG (ambiental, social y de gobierno corporativo según las siglas en inglés). El Comisario de Economía se apresuró en afirmar que no se trata de desregular, sino de simplificar la regulación. Explicó que se pretende alcanzar los mismos objetivos climáticos y de sostenibilidad, pero con menos trabas administrativas para las empresas. Y sin rebajar los estándares.

Aun así, la falta de regulaciones estrictas en EE.UU. puede generar un desafío para la competitividad global. Empresas europeas podrían verse en desventaja si sus competidores estadounidenses operan con menores costes debido a regulaciones más laxas. No obstante, la vigilancia cada vez más activa de los consumidores hace poco probable un retroceso significativo en las políticas ambientales dentro de la Unión Europea.

La gestión de la reputación empresarial en la era del greenwashing

El impacto del greenwashing va más allá de las multas y sanciones legales. La reputación empresarial se ha convertido en un activo clave, y las compañías que incurren en prácticas engañosas de cualquier tipo, máxime las que tienen que ver con el medioambiente, corren el riesgo de ver deteriorada su imagen y de perder la confianza del consumidor y, por tanto, de ver reducidos sus ingresos.

En este sentido, la comunicación corporativa juega un importante papel para generar un impacto en la confianza del consumidor. La gestión de la reputación exige estrategias de comunicación claras, transparentes, basadas en datos verificables. No basta con afirmar que una empresa es sostenible; debe demostrarlo con certificaciones y acciones concretas.

Pero no solo la comunicación corporativa: también la comunicación de crisis es clave para proteger la reputación, para prevenir y mitigar los efectos del greenwashing. En la era digital, las denuncias por greenwashing pueden propagarse rápidamente y desencadenar crisis de reputación en cuestión de horas. Identificar los riesgos antes de que escalen permite a las empresas proteger su imagen y su credibilidad. Contar con auditorías externas y certificaciones oficiales puede blindar la reputación corporativa ante posibles acusaciones.

Algunas de las estrategias esenciales de la prevención y la gestión de crisis incluyen:

  • Monitoreo proactivo: es importante tener implementados mecanismos de monitorización que permitan analizar constantemente las percepciones del público y detectar señales tempranas de insatisfacción o desconfianza.
  • Plan de respuesta rápida ante posibles cuestionamientos de las prácticas ambientales, para lo que es necesario contar con protocolos claros, posicionamientos establecidos y equipos capacitados para gestionar acusaciones de greenwashing en tiempo real.
  • Transparencia total: en caso de errores, la mejor estrategia es reconocerlos, rectificar y demostrar compromisos genuinos con la sostenibilidad.
  • Diálogo con los stakeholders: mantener una comunicación abierta con consumidores, reguladores y organizaciones ambientales ayuda a construir confianza y credibilidad.

¿Estamos ante el fin del greenwashing como estrategia de marketing?

Sin lugar a dudas, sí. El aumento de demandas y la implementación de regulaciones más estrictas están marcando un antes y un después en la forma en que las empresas comunican su impacto ambiental. En este contexto, la transparencia y la veracidad ya no son solo valores éticos, sino requisitos indispensables para evitar sanciones y pérdida de reputación.

El papel de los consumidores es determinante en esta transformación. Con un acceso sin precedentes a la información, los ciudadanos están ejerciendo un escrutinio más profundo sobre las prácticas empresariales y premiando a aquellas compañías que realmente cumplen con sus compromisos ambientales. Las generaciones más jóvenes, como los millennials y la Generación Z, han mostrado un fuerte rechazo a las prácticas de greenwashing y priorizan cada vez más marcas con valores alineados con la sostenibilidad y la ética empresarial.

Las empresas que no logren demostrar un compromiso genuino con la sostenibilidad corren el riesgo de perder relevancia en un mercado donde la conciencia ecológica está en aumento.

A medida que avanzamos en 2025, el mensaje es claro: las empresas que adopten prácticas genuinas de sostenibilidad podrán sobrevivir en un mercado cada vez más informado y exigente, y tendrán una ventaja competitiva duradera. Y es que la transparencia y la responsabilidad social ya no son una opción, sino una necesidad para garantizar la confianza del consumidor y la viabilidad a largo plazo.

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Teresa Ruiz

Gerente en Señor Lobo & Friends. Periodista y consultora de comunicación con más de 15 años de experiencia. Fue asesora de comunicación del Presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, y Consultora Senior de Comunicación Corporativa y Crisis en LLYC.

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