Grifols se desplomó ayer en bolsa un 26% y llegó a perder más de un 40% de cotización. Con su caída amenaza con generar graves daños colaterales a las entidades financieras que respaldan su elevado nivel de deuda (Santander, BBVA, Caixa Bank, Sabadell y el BEI de Nadia Calviño).
Con importantes vencimientos de deuda próximos, en esta crisis de Grifols la continuidad del negocio y la confianza del mercado va a depender de acertar con una línea de relato que recupere la confianza desde la máxima transparencia posible. Quiénes conocen a la compañía, y a los asesores legales que le dan soporte, hablan de que la transparencia no fluye con facilidad por su ADN.
Narrativa de crisis
Cabe preguntarse si Grifols acertó ayer con su primer comunicado donde atacaba a Gotham City Research, o debería haber apostado por responder desde la transparencia las preguntas que todos se hacen. No puedo estar más de acuerdo con Miguel Ángel Uriondo cuando afirmaba en su cuenta de Twitter que si la empresa «tiene fundamentos tiene que salir como animales a defenderse».
También cabe plantearse en qué responsabilidad puede incurrir Gotham si se demostrasen como injustificadas sus acusaciones que causan la crisis de Grifols. El daño reputacional, en el negocio y para los inversores es evidente. De momento Grifols ya ha anunciado acciones legales contra ellos.
¿Existen las coincidencias?
Pero la cuestión que más me fascina es el momento político y económico en que esta crisis de Grifols se produce.
Es bien conocida la simpatía de la familia Grifols por el independentismo catalán. La crisis llega precisamente en un momento en que el Congreso (aunque físicamente en el Senado) se van a votar tres reales decretos que dependen precisamente del voto de Junts para salir adelante. Pues bien, entre las reclamaciones más sonadas del partido de Puigdemont está el sancionar a aquellas empresas catalanas que salieron del territorio con El Procés si no vuelven a Cataluña.
Llámenlo si quieren coincidencia pero, de no aprobarse los reales decretos, en Moncloa va a sonar a justicia poética la crisis de Grifols. Pero no seamos conspiranoicos seguro que no es más que una mera alineación de planetas y no un aviso a navegantes.