«El fuego es bello, es peligroso… y ahí hay algo muy cinematográfico. Es como un demonio muy fotogénico, y en el otro lado tenemos una princesa que se muere, la princesa más bella de Francia… Mido mis palabras al decir que era bello, pero es que incluso cuando reconstruimos la catedral y el fuego, eso era un espectáculo inaudito de violencia, peligro y esplendor». Así resume el director de Arde Notre Dame, Jean-Jacques Annaud, sus sensaciones al filmar la película recién estrenada.
El regidor pone en escena de manera cronológica lo ocurrida aquel día alejándose del panegírico y del sentimentalismo de películas del mismo genero como World Trade Center, de Oliver Stone. Aunque Annaud hace de una tragedia reciente un gran espectáculo capaz de llenar las salas de cines (sin duda está hecha para ser vista en la gran pantalla y no en una plataforma) la película da pie a reflexiones que considero de interés para quienes gestionan/gestionamos crisis y/o emergencias. Y como Annaud, vamos por orden cronológico según avanza la cinta.
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Amplio catálogo de riesgos
El recorrido de la cámara a través de las horas previas al incidente desvela las vergüenzas del estado de una edificación vieja, laberíntica y degradada. A la falta de presupuesto para la conservación del inmueble se unen los sistemas obsoletos de detección y extinción de incendios. La falta de mantenimiento y de redundancia de los mismos es patente. A esto hay que añadir la escasa formación en seguridad del personal, su reducida condición física y los sistemas de protección dependientes de una sola persona.
Enseñanza
No basta con auditar los riesgos de manera periódica. Las recomendaciones de mejorar para la mitigación de los mismos no deberían caer en saco roto. Invertir en sistemas de prevención y mitigación en instituciones y organizaciones no es gasto, es inversión. Aunque es cierto que normalmente no le damos la importancia que tiene a pagar un seguro de hogar hasta que se rompe una tubería y calamos al vecino de abajo.
Comienza el fuego. El Real Time de la crisis
Cuando la crisis o emergencia irrumpe suele hacerlo de forma sorpresiva aunque lleve tiempo mandando avisos que algunos ignoran. A partir de su estallido impera el caos o lo que Hugo Marynissen denomina la Teoría del Caos en la gestión de crisis. El caos aparece entonces de forma constante apoderándose de todo:
- Caos en el acceso al foco principal. Espacio reducidos, escaleras estrechas de piedra que se derrumban, problemas de orientación.
- Caos en la comunicación del siniestro. Incluso Twitter sabe antes que sale humo de Notre Dame que los propios bomberos de París. Es el triste sino de nuestros tiempos donde el Real Time de las crisis se retransmite en riguroso directo a través de las redes sociales.
- Caos en la planificación de la emergencia. Otro clásico que cualquiera que trabaja en crisis ha visto más veces de las que le gustaría. En este caso, tiempos extremadamente largos para la llegada de las unidades al lugar y para el despliegue del Puesto de Mando Avanzado (PMA).
- Mandos intermedios que se confían y que acceden inadecuadamente equipados a la zona caliente. Se ponen en riesgo a ellos mismos y a sus compañeros en una evacuación caótica por una escalera con riesgo de derrumbe.
- Falta de anticipación a la hora de detectar factores agravantes. Situación que es consecuencia de acumular error tras error y caos al caos, lo que conduce a decisiones tácticas destinadas a la protección de las dotaciones. Es muy significativo al inicio de la intervención cuando, con muy pocos bomberos aún en la zona y muy reducida capacidad de extinción, un mando le explica a otro que en ese momento lo importante es «que al menos los parisinos vean que están ahí intentándolo«, aunque ellos mismos sepan que no están haciendo nada efectivo. En definitiva, pequeños detalles generan un gran caos y ponen en riesgo toda la intervención.
El factor humano como el elemento más caórdico en situaciones de crisis y emergencia
Entendemos aquí por caórdico aquel espacio donde se triunfa o se fracasa para controlar una crisis. Y lo vemos de forma constante y determinante en diferentes escenas:
- El factor político frente a la gestión operativa. Por un lado, se ve el temor que tienen los mandos de la intervención a la presencia de los políticos y la prensa en el PMA. Una razón por la que tienen previsto el despliegue de un falso PMA destinado a evitar que la presencia en el siniestro de los políticos condicione y distorsione la gestión de las operaciones. Sin duda una cuestión que por mi experiencia con modelos idénticos o similares, se está poniendo en marcha en otros servicios de emergencia. Y por otro lado, la dirección real de las operaciones. Aunque la competencia legal de la protección civil pueda estar en la presidencia de Francia, y se le solicite el visto bueno para la que denominan una «operación suicida» de los bomberos, en situaciones extremas las decisiones más graves la toma el técnico. Siempre es bueno tener un fusible por debajo que cargue con la responsabilidad de la decisión.
- Experiencia y factor humano como claves en el control del siniestro. En un momento en el que parece que la inteligencia artificial y la automatización van a ir ocupando muchos desempeños laborales (especialmente los más penosos) aún hay campos donde es imposible eliminar de la ecuación a Sapiens. Es gracias a los conocimientos de los mandos de bomberos (especialmente de los intermedios) unido a la voluntad de lucha, el arrojo y una parte de heroísmo lo que permite (con permiso del azar) que finalmente la actuación de los bomberos salve el campanario y permita el control del siniestro. De ahí que sea tan importante contar con especialistas en gestión de crisis con centenares o miles de casos o experiencias sobre su espalda.
Elementos sociales y tecnológicos
- La incorporación de la tecnología. Igual que el caos impera en buena parte de la película hay algunos elementos que se incorporan y que contribuyen de manera decisiva a ir ordenando poco a poco el caos hasta lograr el control del siniestro. Uno de ellos es la incorporación de tecnología (cámaras térmicas, drones, robots de extinción de incendios que mitigan el riesgo entre los intervinientes. Es innegable que los avances tecnológicos que se puedan incorporar tanto en la prevención como en la gestión de crisis y emergencias son vitales.
- El ruido mediático constante a nivel glocal condiciona los comportamientos políticos y operativos desde el comienzo de la intervención. Ya he comentado que las redes sociales son las primeras en informar del siniestro antes de que ni siquiera los bomberos sepan del fuego. No es un elemento novedoso. Ya en 1985 la FEMA ,en Estados Unidos, señaló que las operaciones de emergencia y el despliegue de dotaciones en el teatro de operaciones estaban condicionadas por la presencia de los medios de comunicación. Una situación que se agrava con miles de móviles retransmitiendo en streaming.
- Presión social y cultural. El incendio en Notre Dame no es un fuego más. Hablamos de una catedral que es el alma de Francia y el monumento más visitado de Europa. Cuando Arde Notre Dame parte de la cultura occidental y, por lo tanto, todo el mundo se reúne en torno a las pantallas o físicamente en las inmediaciones del incendio para asistir al espectáculo entre aterrados y fascinados. La presión social pesa como una losa sobre la espalda de los bomberos. Tal ese así que las tareas para salvar la corona de espinas se convierten en un elemento central en la película tal y como sucedió.
El relato del héroe
Durante toda la cinta el cineasta francés muestra cómo el caos, con base en la falta de prevención, condicionó lo ocurrido. Incluso en las primeras horas de intervención todo era un caos en la intervención de los bomberos. Y es que de eso trata una catástrofe. De que las capacidades existentes se ven superadas y es necesario ordenar el caos lo más rápido posible para que los daños sean los menores. Esa lucha contra las fuerzas del destino impera desde el inicio de la historia en los relatos clásicos y llega hasta hoy en día. Es la misma que impregna la película y la que hicieron los medios de todo el mundo aquel día. Gestionar una crisis de comunicación no debe perder nunca de vista qué papel queremos protagonista queremos ocupar en la historia ¿Seremos el héroe o el antihéroe?
De nosotros depende, con permiso del caos.